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Son entradas a partir de soluciones para los diferentes concursos que planteamos:

*descubrir el personaje

*descubrir de qué se está hablando (fecha, hecho, lugar...)

*descubrir la película

*descubrir la imagen

*descubrir el sonido

etc, etc.


Deseamos que os puedan resultar interesantes estas entradas. A nosotros, así nos lo han parecido. Igualmente invitamos a quién lo deseee a pasar un rato entretenido con nosotros, sin otro objetivo que el aprender divirtiéndonos. Os sugiero que probéis. Registraros en la página arriba reseñada, para poder participar. Es totalmente gratis y no supone ningún tipo de obligación.

martes, 9 de noviembre de 2010

OLEG PENKOVSKI, "AGENT HERO"

El mundo del espionaje está repleto de grandes historias y apasionantes tramas. Es un mundo muy cinematográfico, muy literario, protagonizado, generalmente, por oscuros personajes que, habitualmente, no llegan a ser conocidos por el gran público.

Hoy voy a dedicar esta entrada a uno de los espías más importantes y de mayor relevancia que ha habido.

Oleg Penkovsky nació en mayo de 1919 en la Unión Soviética, concretamente en Vlakikavkaz, Osetia del Norte. Hijo de un oficial que murió luchando en el Ejército Blanco, durante la Guerra Civil que les enfrentó con el Ejército Rojo, Oleg se graduó como Teniente en la Academia de Artillería de Kiev. Luchó en la Guerra de Invierno contra Finlandia y en la Segunda Guerra Mundial, en la que alcanzaría el grado de Teniente Coronel.



Como oficial del GRU (Glavnoe Razvedyvatel'noe Upravlenie), el Servicio de Inteligencia Militar puesto en marcha en 1918 bajo las órdenes de Trotsky, fue destinado como agregado militar a Ankara. También trabajó, después, en el Comité Soviético de Investigación Científica.

Su carrera era excelente. Gozaba de la amistad de Iván Serov, hombre fuerte del GRU. Podía viajar y conocer otras realidades, tan alejadas de lo que él veía en la URSS. Oleg Penkovsky no se convirtió en espía por dinero, o por venganza. Oleg Penkovsky comprendió que el régimen soviético era una desgracia, una lacra para su país. Y dio el paso de colaborar con Occidente para luchar contra ello, contra esa situación.

En 1960, Oleg Penkovsky pasó un paquete a unos estadounidenses que visitaban Moscú. El paquete llegó después a la CIA, pero la Agencia de Inteligencia no se fiaba. Sospechaban que podía estar siendo vigilado, o, quizá, que se trataba de una trampa para habilitar un espía doble.

Durante un viaje a Inglaterra, Penkovsky logró organizar una reunión con el MI6, el Servicio de Inteligencia Británico. Contó con la confianza de uno de sus miembros, Greville Wynne. Por su parte, los ingleses lograron vencer la desconfianza norteamericana hacia este hombre, y se comprometieron a compartir con ellos toda la información que recibieran.


Y vaya si recibieron.

Durante los siguientes meses, desde primeros de 1961, hasta octubre de 1962, fueron miles las fotografías que Oleg Penkovsky logró hacer llegar a sus contactos en el MI6 destinados en Moscú. También, aprovechando sus pocos viajes, hizo llegar otros documentos a la CIA o el SIS. Su código occidental era "Agent Hero" ("Agente Héroe").

Acostumbraba a esconder la información en cajas de bombones. Su firma, siempre la misma, Young. En Moscú, despertó sospechas. Fue vigilado y seguido, pero no encontraron nada para actuar contra él.



Durante el tiempo de la actividad de Penkovsky como espía, se produjo la famosa crisis de los misiles cubanos. La URSS comenzó a desplegar en la Isla Caribeña sus armas nucleares con la esperanza de que los Estados Unidos se enteraran demasiado tarde, cuando ya fuera un hecho consumado. Los rusos estaban cortos de misiles de largo alcance. Desde Cuba, en cambio, podían apuntar sus cabezas nucleares hacia los Estados Unidos. Además, de este modo, compensaban, a su vez, la amenaza que para ellos suponían los misiles americanos ubicados en Turquía y la República Federal Alemana.

El Presidente Kennedy descubrió los planes soviéticos antes de lo que los rusos esperaban, los aviones espías U-2 se encargaron de ello, pero no tenía suficientes datos para tomar las decisiones adecuadas. Necesitaba saber más. Sobre todo, necesitaba conocer el estado del armamento nuclear soviético, la principal incógnita a la hora de decidir una respuesta. Urgía recibir esta información y la CIA tenía que ser la encargada de proporcionarlos.



La CIA habló con el MI6. Necesitaban que Penkovsky respondiera a las preguntas que Kennedy se hacía. Oleg recibió la petición. Y una coletilla. Urgente. En sólo dos días, el espía respondió. La URSS, en aquellos momentos, estaba lejos de poder iniciar o mantener un conflicto nuclear. La información llegó al Presidente estadounidense que, a partir de ese momento, pudo tomas las decisiones partiendo de una tranquilidad que antes no tenía.

Pero Penkovsky, para responder a esta solicitud urgente, se había arriesgado demasiado. Las investigaciones del contraespionaje ruso y los datos recibidos por del agente doble británico George Blake, le señalaron directamente.



Pusieron un veneno en la silla de su oficina. Él cayó enfermo y los soviéticos pudieron, mientras estaba en el hospital, registrar su despacho y su casa. Encontraron documentación más que de sobra para incriminarle.

El 22 de octubre de 1962 fue arrestado. Le torturaron hasta que reconoció todos los hechos de que le acusaban. En 1963, en un juicio sumarísimo, fue condenado a muerte. Su valedor, Iván Serov, cayó en desgracia, perdió su cargo y acabaría suicidándose.

Oleg Penkovsky fue ejecutado. Según una fuentes, mediante el habitual tiro en la nuca. Sin embargo, otras diversas informaciones, como las del miembro del GRU Vladimir Rezun o las del escritor Ernest Volkman, hablan de una cinta en blanco y negro en la que se ve a Oleg Penkovsky atado a una tabla mientras se le introducía poco a poco, de pies a cabeza en un crematorio, ante la vista de otros oficiales.



En cualquier caso, Oleg Penkovsky debe ser recordado como un hombre que luchó por la libertad y contra el comunismo, que luchó para que en su país cambiaran las cosas, que luchó contra un régimen que llevaba a sus espaldas millones y millones de muertes, como ningún otro en el siglo XX había causado, que mantenía a su población prisionera y bajo la bota del terror.

Y lo hizo a riesgo de su vida y sin ninguna otra motivación que el saber que hacía lo justo y lo correcto.

7 comentarios:

  1. Jamás había leído la historia de este tipo, muy interesante. Por lo visto, la muerte debió de ser muy brutal, ya fuera por el tiro en la nuca (afición de los comunistas desde siempre; ejemplos ETA, asesinato de Calvo Sotelo) o por lo de que le pudieran quemar vivo.

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  2. Estupenda historia la que traes hoy. Gracias a hombres como éste Occidente pudo hacer frente al imperialismo soviético, decidido a dominar el Mundo.

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  3. Maravillosa la actitud de Oleg Penkovsky en su lucha a favor de la libertad y que, al final, pogó muy caro. Gracias a este hombre, Inesfree, y me imagino que a otros más que, como él, arriesgaron su vida, Rusia goza hoy de cierta libertad xdesconocida mientras duró el comunismo.
    Estos hombres, luchadores desinteresados por la libertad, merecen un monumento y nuestro agradecimiento.
    Saludos cordiales

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  4. Creo que ninguna sentencia de muerte, justa o no, es agradable, soldado, pero si fuera cierto lo de la cremación, como parece, estaríamos hablando de un sadismo y un grado de animalidad incalificable.

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  5. En particular, Tellagorri, me llamó la atención, más que su intervención en el notorio episodio de la crisis de los misiles, el grado de riesgo que asumió, voluntariamente, para defender unos ideales que, en la URSS, en aquellos tiempos, eran sinónimo de muerte. Un personaje valiente y admirable.

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  6. Esta entrada, José Luís, es un pequeño homenaje. Dudo que vaya a recibir muchos más. Sería de justicia que fuera rehabilitado en su Nación, pero dudo que lo sea (o lo haya sido, no me consta), pués primara el hecho de la "traición" y el espionaje, sobre otras consideraciones.

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  7. Lei el libro de Greville Wynne, el espia britanico, y la obra es increiblemente falta de autocrítica. El espia ingles no tiene ningun pudor ni la minima autocritica para denigrar al pueblo ruso de esa época. Si pueden conseguirlo, les sigiero que lo lean, es un monumento a la soberbia británica.

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