Desde joven, el pequeño Edward se interesó por el arte. En 1922, comenzó a escribir poesía, alcanzando algún premio. En 1926, ingresa en la Universidad de Oxford. Ya en los años 30 orientó su interés artístico hacia el movimiento surrealista. Fue mecenas de Dalí o Magritte. Aparece en el cuadro del pintor catalán "Swan reflecting elephants (Cisnes reflejando elefantes)", así como en "La reproduction interdite", del belga.


Tras patrocinar el pabellón surrealista de Nueva York de 1939, se producirían una serie de diferencias entre Salvador Dalí y Edward James que les separarían definitivamente.
El millonario escocés llegaría a México en 1944, abandonando los círculos aristocráticos y artísticos de Londres, Nueva York o Hollywood. Casi por casualidad, llegó a Xilitla, un pequeño enclave, un pueblo cafetalero de la Sierra Madre mexicana. Allí se dedicó, en cuerpo y alma, a crear un Jardín del Edén. Junto a Roland Mackenzie y su amigo mexicano, Plutarco Gastelum, se pone a ello y, a tal efecto, adquiere 40 hectáreas de un terreno llamado Las Pozas.
Su primera intención era hacer un jardín de exóticas orquídeas, pero una inoportuna helada dio al traste con el proyecto. Tampoco cuajó su segunda intención, la creación de un zoológico personal.
Sin embargo, con la ayuda de sus dos amigos y de trabajadores huastecos, comenzó a construir una serie de estructuras arquitectónicas delirantes, fruto de su surrealista imaginación.


Consiguió una construcción de características oníricas, con elementos góticos o egipcios. Hay puertas y ventanas, pasillos y escaleras, pero sin ningún asomo de su lógica útil habitual. Las escaleras no llevan a ningún lado, los arcos están invertidos, traspasas una puerta que parece de entrada, para, al otro lado, dar la sensación de haber salido. El mismo James llegó a escribir, a lápiz, sobre la parede de su vivienda: "Mi casa tiene alas, y, a veces, en la profundidad de la noche, canta..."


Edward James vivió a caballo entre Londres y México el resto de su vida, hasta su fallecimiento en 1984, a los 77 años. Su viejo amigo, Plutarco Gastelum, heredó la propiedad. Pero las intensas lluvias estacionales, características de la zona, se fueron filtrando a las barras metálicas de refuerzo, provocando su oxidación y el debilitamiento de las columnas. Plutarco y su familia lo mantenían lo mejor que podían, pero carecían de los medios suficientes.
Un banquero mexicano, Roberto Hernández, crecido cerca de allí, se empeñó en recuperar Las Pozas y mantenerlas en buen estado. Convocó a filántropos, políticos y expertos en 2006, entre ellos, a los fiduciarios de la fundación Edward James, que gestionan en Inglaterra su vieja propiedad, West Dean, hoy, una de las más famosas escuelas de arte decorativas, y que no conocían la obra del filántropo. Recorrieron el lugar, que había perdido parte de su pasado esplendor. Se trataba de algo muy alejado de aquello a lo que los multimillonarios ingleses estaban acostumbrados. Roberto Hernández quería invertir en el sitio, crear una fundación y mantenerlo y preservarlo en las mejores condiciones posibles.

Cien años después del nacimiento de Edward James, en el verano de 2007, el proyecto se hizo realidad. Una asociación formada por el banquero Hernández, el productor de cemento mayor de México, Lorenzo Zambrano, y el gobierno del estado de San Luis Potosí compró Las Pozas por 2.2 millones de dólares. Para supervisar la preservación y la restauración del sitio, se había creado el Fondo Xilitla, con un comité constituido por figuras del arte internacional, arquitectos mexicanos reconocidos y representantes de la Fundación Edward James en West Dean, Inglaterra.
El sueño de Edward James logró, así, su supervivencia y podrá seguir siendo visitado, en las mejores condiciones, por todos aquellos que deseen asomarse a su mente surrealista.
Concluyo esta entrada con la pintura de Magritte "The principle pleasure: Portrait of Edward James" y con una foto del personaje que, aquí, hemos recordado.

