Aquel día de noviembre, Michael Collins, uno de los más importantes cabecillas del IRA, ordenó el asesinato de los 18 miembros de El Cairo Gang (La cuadrilla de El Cairo). Esa mañana temprano, el Escuadrón de Collins cumplió su misión. Ésto supuso un muy duro golpe a la Inteligencia Británica.

Aquella tarde, el equipo de Dublín y el de Tipperary, debían jugar un partido de fútbol gaélico en Croke Park. El campo estaba lleno. Entre 5000 y 10000 personas, según las fuentes. Al poco de empezar el partido (poco antes, según otras informaciones), un avión que sobrevolaba el estadio comenzó a disparar. Lo mismo hicieron los soldados ingleses desde el campo. Se produjo una auténtica avalancha entre la multitud.
El resultado fue de 14 personas muertas. Una de ellas, Michael Hogan, jugador. Otra, Jeanni Boyle, cinco días antes de la fecha en que iba a contraer matrimonio con su novia, que le acompañaba en esos momentos. Un chico de 14 años, John Scott, quedó tan destrozado que parecía haber sido atacado con bayonetas.

Las autoridades inglesas urdieron una peregrina explicación para el acto. Pero no engañaron a nadie. La opinión pública local y extranjera se les hechó encima. Ésto, unido al duro golpe que los asesinatos de la mañana les había ocasionado, supuso el comienzo del fin para los británicos. Un año después, se firmaría el Tratado de Paz por el que Irlanda lograba la independencia, aunque dejando atrás algunas de sus provincias, lo que ocasionó luchas intestinas, la llamada Guerra Civil Irlandesa (que concluiría en 1923), y la muerte de destacados militantes como Rory O´Connor o el propio Michael Collins.
Más de 80 años más tarde, la selección ingles volvió a pisar Croke Park. Fue una fecha muy especial para los irlandeses. No era un partido más. Sin embargo, el respeto hacia los rivales fue absoluto, incluido un sobrecogedor silencio previo a la interpretación del Himno de los visitantes.

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